según pasan los años...

...cambian los temas de conversación.
Somos un grupo de varias compañeras de secundario, que nos reunimos con relativa frecuencia.
hace 40 años hablábamos, sin cansarnos nunca, de "chicos" que nos gustaban, que queríamos... que queríamos que nos quisieran, de ropa, de salidas, de proyectos futuros... todas la mismo tiempo, todas con el mismo entusiasmo.
Después hablamos de casamientos... de hijos... de problemas y, a veces, de amor.
Siguieron las renegadas con los hijos adolescentes, el desgaste de los años de trabajo, los problemas de dinero, algunas agregaron problemas de salud, propios o ajenos.
Un tiempo después llegaron las noticias importantes de nuevo... los hijos recibidos, los casamientos o juntamientos, los nietos...

Ahora, en la última reunión ¡¡¡hablaron de jubilarse!!!

Me parece que voy a dejar de ir...

Este rejunte de depresivas dentro de poco va a empezar a elegir geriátrico!!!

una nena...

yo tengo una nena... de ojos pícaros, a la que le falta un diente...
que adora bailar y canta desafinado, pero con toda el alma...
que sigue jugando en cada cosa que hace...

y me mantiene viva.




dos formas

de entender el mundo

como mínimo dos formas...

una forma, destructiva, morbosa, miserable...
la de plantear siempre lo terrible, lo antagónico
la de aterrorizar, inmovilizar
la de generalizar, amenazar, anular.

otra, constructiva, quizás idílica
pero con propuestas más humanizantes.

Una forma nos separa de los demás seres humanos. Consigue que nos tengamos miedo, que suframos por separado, que perdamos la posibilidad de construir con los otros.

La otra, la que el sistema evita de todos los modos posibles, nos llevaría a entender que juntos podemos más, a darnos cuenta que cada individuo es único, que no somos ni tan malos ni tan buenos, a comprendernos, a sensibilizarnos.

Cuando la que se impone es la primera, por temor a que nos pase algo, termina por no pasarnos nada.

explicación

Me asusta ver como desaparecen las cosas de mi memoria...

Me esmero por no perder, no olvidar, no abandonar pertenencias (materiales o inmateriales) por los rincones por temor a no poder recuperarlas, no porque alguien me las robe, sino porque nunca voy a volver a recordar que alguna vez las tuve.

Hago montones de listas con cosas que tengo que comprar, que tengo que llevar, que tengo hacer, películas que quiero ver, libros que quiero leer... el simple hecho de hacer la lista me obliga a prestar atención y me ayuda a recordar, además me tranquiliza, porque se que puedo recurrir a la lista si me olvido... de todos modos la mayoría de las veces la lista termina olvidada en algún rincón.

Ahora, volviendo al tema del libro que leí y nunca recordé...

De este hecho puntual tenía en mi memoria el recuerdo del momento y de la persona que me lo dio, la emoción de recibirlo, la alegría de ver que esa persona tenía presente que yo salía de viaje y quiso acompañarme de modo simbólico.

Volví a leer el libro... ahora entiendo por qué no lo recordaba.

Como no recuerdo la gran mayoría de los vasos de agua que tomé en mi vida...

Recordamos lo que nos impacta, lo que nos marca, lo que nos asombra.

Tengo que darles la razón, uno olvida las cosas intrascendentes.

Laberintos de la memoria

Terribles, preocupantes...
¿por qué razón recordamos tanto algunas cosas y por qué razón olvidamos otras?

Según alguna teoría del psicoanálisis olvidamos como forma de preservarnos. No creo que sea mi caso.
Lo mío es pura y absolutamente desastroso!!
me olvido, porque sí... espero que no sea Alzheimer o arteroesclerosis, por ahora me consuelo pensando que es simple "cuelgue"... ojalá.

La escena es la siguiente...
Estábamos recorriendo Panamá antigua cuando el guía dice.... porque acá estaba el altar de oro, que salvaron del pirata Morgan pintándolo con brea.... bla. bla. bla.
Y mi amiga dice... si, yo lo leí en Inés del alma mía, de Isabel Allende...
Y el guía dice... y de acá salió Pedro de Valdivia para el sur...
Y mi amiga... si, yo lo leí en Inés del alma mía.

Y yo... ¿Es lindo el libro?
Y mi amiga ... ¡Sí! Divino...
Y yo...¿me lo prestás? así lo leo.

Y...cuando llego a mi casa, en mi biblioteca encuentro Inés del Alma mía.... con el marcador del hotel donde estuve cuando lo leí.... y con la primera hoja escrita.... ¡CON MI LETRA! y dice:
Este libro me lo regaló ........ lo empecé a leer en el avión, camino a Cuba, el día tal.... y varias frases más y al final, (con otra tinta)... una opinión sobre el libro.
No solo lo leí... lo escribí, lo comenté, volví, lo guardé...

Y NUNCA MÁS ME ACORDÉ!!!

Si esto no es grave es, por lo menos, preocupante!